No hay patrón en ZANON
Era veranito en Buenos Aires y pintó.
Vuelto de Noruega, aún no tenía trabajo y todavía tenía una moneda en el
bolsillo. Mi hermano no tenía planes para sus vacas. Y el sur era una deuda
pendiente para los dos. Así fue como, mutuamente, decidimos encarar. Estábamos
re colgados, los dos coincidíamos en eso. Era un fin de año que se prestaba a
otras cosas más que a pensar un viaje. Se hablaba, pero muy por lo bajo. Hasta
que finalmente, un día nos sentamos y dijimos: “Bueno, ¿Pa’ donde vamos?”.
Empezamos a comparar, a buscar opciones. Pensamos en arrancar de abajo para
arriba, pero volar a Ushuaia o a El Calafate era carísimo. “Entonces
arranquemos desde arriba”, pensamos. San Martín de los Andes se presentaba como el
mejor punto de partida. Pero volar hasta ahí era carísimo también, imposible para unas fechas tan calientes como los primeros días de Enero. Ir en bus
tampoco se presentaba como barato y era más o menos un dia de viaje. Hasta que
Eze me dice: “Encontré este vuelo barato a Neuquén”.
MEJOR PASAJE EN MANO
Sin saberlo, ahí empezaba todo, aunque mi primera reacción fue negativa.
Casi no lo había ni pensado, pero ¿A Neuquén? ¿Para qué? Lo primero que hice
fue buscarlo en el mapa, para ver bien donde estaba. El precio del pasaje era bueno,
y no estaba lejos de San Martín de los Andes. Hasta que se me vino a la mente
esa palabra de 5 letras que tantas veces había estado en mi cabeza: ¡Zanon!
Si señor, en Neuquén estaba aquella
mítica fábrica tomada por los trabajadores luego de la crisis del 2001. Luigi
Zanon, un tano que la había fundado en el año 79´, desapareció y la dejó a la
deriva, pero arriba de ese barco habían alrededor de 400 personas que se suponían condenadas a perder su trabajo. Los
obreros se organizaron y resistieron, pusieron a la fábrica a trabajar por sus
propios medios para poder subsistir, y lograron el permiso para poder fundar
allí su cooperativa. Casi no tuvimos que debatirlo. Al poco rato después, ya teníamos los
pasajes comprados.
Intenté comunicarme con la gente de
Zanon por todos los medios posibles. Me metí en la web, pero no andaba.
Encontré un par de números de teléfono, y no atendía nadie. Mandé un mail, y
nadie me lo respondió. Empecé a pensar en que tal vez la fábrica estaba
cerrada, que era tan solo un recuerdo de la lucha obrera de allá por comienzo de
siglo.
Nuestra preparación era improvisada,
simple, práctica. Una carpa que no se usaba desde hace más de una década, pero
a pesar de un par de estacas un poco dobladas y oxidadas, parecía que iba a
bancarse volver a ponerse de pie. Una bolsa de dormir prestada y otra comprada a último momento. ¿De cuántos grados la querés?, me preguntó el vendedor. Y yo ni
siquiera sabía a donde íbamos ni que temperatura hacía. Un par de provisiones.
Una ollita robada a la vieja. El mínimo e indispensable de pilchas que se
podían llegar a necesitar. Y sueños, adrenalina y muchas buenas vibras para
salir a la ruta una vez más.
RUMBO A NEUQUÉN
Llegó ese glorioso martes. Salimos de
casa rumbo a Aeroparque. Es increíble, pero aún no sabíamos que hacer. Sin
saber si íbamos a poder ir a Zanon, tal vez no tenía mucho sentido quedarnos en
Neuquén. Por las dudas, averiguamos la dirección de un hostel. Y tiré un par de
solicitudes por Couchsurfing unos días antes, las cuales habían
sido rechazadas o ni siquiera respondidas. Pero en pleno vuelo, la sorpresa. “Laila y Gaby”, como se
hacían llamar en Couchsurfing, nos habían mandado un mensaje. Leyeron nuestro
plan de viaje, y me escribieron. “¿Ya consiguieron donde hospedarse? Nosotros en
pocos días nos vamos de viaje por un año y estamos todo el día sacando cosas de
casa. Pero si quieren, podemos ver de conseguirles algún colchón”.
Lo que iba a ser “Algún colchón”, se
convirtió en algo mucho más grande. Laila y Gaby nos abrieron las puertas de su
casa y de su corazón. Desde un primer momento empezaron a pincelar el comienzo
del viaje, a perfilarlo como maravilloso. Pero no fueron los únicos. Otro
“Couchsurfer”, Mati, nos dijo que no podía hospedarnos, pero se ofreció a
ayudarnos con lo que necesitáramos. Aproveché la situación, y le pregunté si
sabía algo acerca de Zanon, si tenía idea de si era posible ir a visitar la fábrica. Me dijo que
le iba a preguntar a una amiga, y cuando le respondiera, me decía. Al rato, me
había mandado un mensaje diciendo que su amiga, que trabajaba ahí, nos esperaba
al día siguiente, a las 10 de la mañana, para que visitemos la fábrica con
ella. Zanon todavía existía, y casi sin querer, finalmente había logrado
contactarme con alguien.
Gaby y Laila, nuestros "Host" en Neuquén. |
ZANÓN, ALLÁ VAMOS
A esta altura, Neuquén había pasado
de ser un lugar al que simplemente nos había llevado el destino, a tener un
objetivo en concreto: Zanon. Eze había pasado de ni saber que existía
Zanon, a compartir conmigo aquel sueño que se había contagiado. Teníamos el
mismo compromiso, la misma adrenalina.
Nos levantamos tempranito el
miércoles, nos cargamos unos mates para el camino, y arrancamos caravana. Era
media horita a pie “Hasta el Coto, y desde ahí hay una garita donde los obreros
esperan el bus para ir a la fábrica”. Subimos al bus, y no aceptaban la SUBE.
Un chico se ofreció a pagarnos los boletos. No recuerdo si nos dijo su nombre, pero
si nos contó que habían quedado sus sueños truncos de estudiar actuación en
Buenos Aires, y ahora trabajaba, como gran parte de los neuquinos, en la
industria del petróleo. Nos preguntó a donde íbamos. ¿A Zanón? ¿Para qué? Lo
mismo que nos decía todo aquel al que le contáramos acerca de nuestro rumbo.
Llegando a Zanon. |
ESPÍRITU SETENTISTA
Llegamos a destino, y seguimos las indicaciones. Nos dirijimos hasta la entrada de la
fábrica, y nos acercamos a la garita que se encontraba en el frente. El primero
en preguntarnos a quién buscábamos fue uno de los obreros que estaba justo pasando por ahí. “A Laura”, le
dijimos. Así se llamaba la amiga de Mati. “¿Qué Laura, una brasilera? Ya no
trabaja acá”, me respondió gentil y apresuradamente. Me acerqué a los
muchachos de seguridad, y también les pregunté por Laura. “Acá no trabaja
ninguna Laura”, me respondieron casi al unísono los dos hombres que allí se
encontraban.
Entrada a la fábrica. |
Desorientado me comuniqué con Mati,
quien me pasó el teléfono de ella para que la llamara, y para mi sorpresa, el
número tenía un prefijo de Brasil. Ahí me cerró todo. Les dije a los de
seguridad que Laura era una chica de Brasil, y mientras intentaban ubicarla
dentro de la fábrica, ella aparecía atrás mío. El sueño comenzaba a dejar de
ser un sueño.
UN CIELO MUCHO MÁS CLARO
Laura es ingeniera industrial y nació en Várzea Grande, en el Mato Grosso de Brasil. Juro que si alguna vez imaginé conocer Zanon,
nunca sería de la mano de alguien de Brasil, y mucho menos mujer. Pero allí
estaba ella, sonriente y alegre de recibirnos. No dudó ni un minuto en aceptar
un mate, y fue tajante desde un principio: “Al principio los obreros no querían
saber nada con que yo entrara a trabajar aquí”. Pero la cosa no venía por donde
yo pensaba. “Les costó mucho aceptar aquí a alguien con estudios”, y completó
lo que quería decirnos explicándonos porque los trabajadores tenían tanto temor
de personas “Con título”. Me imaginé a un perro al que el dueño lo caga a
palos, y luego tiene temor de que se le acerque la gente.
Laura nos introdujo un poco en la
vida de la fábrica y también nos contó su historia: Había llegado a Neuquén
porque su marido trabajaba en la industria del petróleo y había conseguido una
posición que implicaba el traslado, y al mismo tiempo conocía a Zanon por medio
de un compatriota que le había contado la historia de la fábrica. Su conocido había hecho un trabajo de investigación sobre Zanon, y había estado viviendo 15 días adentro de la fábrica. Para que Laura entrara allí, fue necesario convocar a una asamblea en la que se debatiría su
ingreso, el cuál fue aprobado tras un largo debate. Laura gana exactamente lo
mismo que cualquier otro trabajador, y lo más importante es que estaba allí por
ideología, y no por el dinero. Trabaja en "Proyectos de mejorías en ingeniería industrial", y su labor consiste en optimizar los procesos.
“Si yo al menos puedo mejorar cada área en un 5%, voy a estar feliz”. Nos dejó
en manos de “El patón”, y se despidió de nosotros. Con Laura, nuestra visita
había empezado de la mejor manera.
Junto a Laura, nuestro contacto en Zanon, y quien nos abrió las puertas de la fábrica. |
HABLANDO DE CORAZÓN Y CON EL CORAZÓN
El Patón, como el se hacía llamar, empezó
a mostrarnos toda la fábrica, comenzando desde el proceso de producción desde el
minuto 0, o sea, desde la demolición de la arcilla. A medida que el recorrido
se hacía efectivo, yo me sentía desilusionado. No era lo que había ido a
buscar. Pero casi por decantación, es imposible hacer un recorrido por Zanon
sin que pase demasiado tiempo hasta que la historia de la lucha, su lucha,
tomara el protagonismo casi por completo.
Pero en realidad, la lucha que
vinimos a buscar no era con la que nos encontramos. O mejor dicho, esperábamos
escuchar sobre una lucha histórica y no actual. Pero rápidamente comprendimos
que la fábrica de Zanon no estaba en su mejor momento y que, nuevamente, los
obreros se encontraban en una dura lucha para poder sobrevivir, ellos, la
fábrica y sus ideales. Es que una mezcla entre obsolescencia de la maquinaria, atrasos tecnológicos, ausencia del estado y una gestión con errores propios de la inexperiencia,
germinaba en una crisis que encuentra en estos días su pico más alto. Y cerraba
todo: Las dificultades para poder ponerme en contacto con la fábrica, y la
presencia de Laura trabajando allí para poder mejorar los procesos que antes nos había mencionado.
Área de demolición de la arcilla, primera etapa del proceso de fabricación. |
“Las máquinas, cuando se tomó Zanon,
llevaban 15 años trabajando, justo el período tras el cual se calcula que estas deben renovarse. Cuando Luigi
Zanon abandonó la fábrica, lo hizo coincidiendo con el momento en el cual se
debería haber cambiado toda la maquinaria”. Y a partir de ahí, comenzamos a
entender el porqué de este momento tan duro para los trabajadores de Zanon. Y
es que las máquinas llevan 33 años operativas, cuando, como dijo el Patón, deberían ser renovadas cada 15 años. Claro está que muchas de
estas ya no funcionan. Y ese es el gran problema que tienen los obreros:
Trabajan con producción a tope, pero la misma se reduce cada vez más a medida
que las máquinas quedan fuera de uso.
El Patón se muestra sensibilizado
pero firme a la vez, como esos árboles cuyos terrenos son arrasados por ciertos
fenómenos naturales, pero siempre siguen de pie. “Pasamos de ser 400
trabajadores a ser 190. Acá los muchachos prefieren trabajar de cualquier cosa,
antes que seguir en Zanon”. Pero no entendía, no tenía mucho sentido. Si tan
mal estaban, la fábrica no seguiría en pie. Y si sigue en pie, no habría motivo
para trabajar de “Cualquier otra cosa”. Y es que estamos casi vacíos de
esperanzas de que aun haya personas que jamás bajan los brazos, defendiendo sus
ideologías.
“Acá estamos laburando por 2000 Pesos
por semana, más un bono de 6000 Pesos que nos da el gobierno de Neuquén”. Hice
rápido la cuenta, y me da 14000$ de salario para empleados de una fábrica que llevan
sobre el lomo varias décadas de antigüedad, en una provincia tan cara como la
petrolera Neuquén. Y juro, lo juro, que mientras decía esto, al Patón no se le
movía un pelo, no le temblaba el pulso ni parecía estar ni cerca de quebrarse.
Era como si quisiera mostrar que nadie pero nadie podría vencerlos jamás. Tan
lejos y tan cerca habían quedado aquellos días en los que estuvieron 3 meses
sin cobrar, y vivían de las colaboraciones de la gente. Tan lejos en la
historia, y tan cerca en la realidad, estaban aquellos días en que “No tenía ni
50 centavos para comprarle un helado a mi hija”.
Pizarrón en una de las aulas que hay en Zanon. |
El Patón lo sabía todo. Conocía como
funcionaba cada rincón de la fábrica. Tantos años en la fábrica y tanta
necesidad de sacarla a flote lo convirtieron no solo en una bibliografía
perfecta en lo que respecta a la producción de cerámicos, sino que también en
el coordinador de producción de la misma. Y se lleva al bolsillo los mismos escasos 14000$
mensuales que todos los demás. “Necesitamos 400.000 U$S para poder renovar la
maquinaria y volver a poner a la fábrica a trabajar como antes. Y nadie nos los
da”
Y a mí ya no me interesaba nada más. Necesitaba
encontrarle una respuesta a todo esto. Tenía frente a mí a una fábrica que
trabaja a tope y liquida el 100% de su producción. Que podría dar más trabajo,
hacer más dinero. Industria nacional, crecimiento provincial. Invertís, das
trabajo. La gente come, vos recaudás impuestos. Tal vez hasta recaudás mas votos. "¿Y no pueden pedir un
crédito?”, pregunté con miedo de que el Patón pensara que lo trataba de pelotudo.
“Hace años que estamos pidiéndole un crédito al estado. Con Cristina, un día
antes que terminara su gestión, se firmó el crédito, pero luego fue cancelado”,
dice el Patón obviando que se sintieron boludeados, “Y al menos hasta que
termine este gobierno, ya sabemos que no vamos a recibir nada. Después
veremos”.
400.000 U$S. ¿Cuántos jugadores de fútbol ganan eso tan solo en un mes?, fue lo primero que se me pasó por la cabeza. Y también me vino a la mente el famoso discurso del Pepe Mujica en la reunion de la UNASUR, en Ecuador, donde dijo "Nos dicen que la segunda fortuna del mundo, gastando 1.000.000 U$S por día, tendría que vivir 220 años para poder gastar lo que tiene, pero aún así tampoco podría, porque con una tasa de interés del 2 o 3% anual, tiene 4.000.000 U$S por día. Y si decimos que en este mundo no hay plata, es porque tenemos la cobardía política de no cobrar, pedirle, ponerle la mano en el bolsillo, a los que pueden". (https://www.youtube.com/watch?v=8AOFwb8hFTA&t=664s)
400.000 U$S. ¿Cuántos jugadores de fútbol ganan eso tan solo en un mes?, fue lo primero que se me pasó por la cabeza. Y también me vino a la mente el famoso discurso del Pepe Mujica en la reunion de la UNASUR, en Ecuador, donde dijo "Nos dicen que la segunda fortuna del mundo, gastando 1.000.000 U$S por día, tendría que vivir 220 años para poder gastar lo que tiene, pero aún así tampoco podría, porque con una tasa de interés del 2 o 3% anual, tiene 4.000.000 U$S por día. Y si decimos que en este mundo no hay plata, es porque tenemos la cobardía política de no cobrar, pedirle, ponerle la mano en el bolsillo, a los que pueden". (https://www.youtube.com/watch?v=8AOFwb8hFTA&t=664s)
Con el Paton, coordinador de producción de la fábrica y conocedor de absolutamente todo lo que ocurre en la fábrica. |
Si la suerte estaba echada, entonces
ya no había nada más que hablar. ¿Y no hay nada que se pueda hacer?, lancé
desde mi impotencia ante una tan incrédula situación. “La única alternativa que
encontramos es vender algunos terrenos del parque industrial. Pero no es fácil,
y por ahora no encontramos compradores”.
Y sobre el final de la charla,
escuchamos lo más importante, y fue lo que nos demostró que detrás de esos
luchadores, había también mucha humanidad: “Aprendimos de nuestros errores.
Debemos aceptar ayuda, porque no sabemos todo. Y creo que no deberíamos estar
ganando todos lo mismo”. Así, los puntos se unían hacia atrás, y al mismo
tiempo que las palabras de Laura se reivindicaban, a lo lejos Eze ya estaba
hablando con otro de los obreros de Zanon.
EN NEUQUÉN RESISTE ZANON
Pero no era cualquier obrero. José,
55 años, mecánico en Zanon desde hace 32 años. De esos tipos que te da la
impresión de que tantos años en la empresa le dieron un máster en el
conocimiento de todo, tanto que no podrías discutirle nada ni poner en duda ni una sola palabra de las que salen de su boca. Y sin saberlo, teníamos a nosotros al que nos daría la charla más dura
de todas.
José empezó mostrándonos como
funcionaban las máquinas de las que el estaba a cargo. Después de haber
charlado con el Patón, y sabiendo que él también se llevaba al bolsillo unos poco
generosos 14.000 Pesos argentinos con 32 años de antigüedad sobre el lomo, no podía
contener mis duras emociones viendo como toda su sabiduría era confrontada con
una maquinaria absolutamente obsoleta.
El lugar donde José deja la vida desde hace 32 años. |
Luego pasamos a lo que había pasado
en aquellos años: “La empresa mandó cartas documento a todos los trabajadores
diciendo que se habían hecho todos los esfuerzos necesarios, pero estaban yendo a pérdida,
y la situación era insostenible. Seríamos todos despedidos sin indemnización.
Un abogado del sindicato nos dijo que esa carta no tenía ningún tipo de validez legal,
y ante una larga discusión entre nosotros, pensamos en la idea de vender
materiales para “Autoindemnizarnos”. Contaba José, con toda la paz del mundo. Y completó:
“El abogado nos dijo que esto iba totalmente en contra de la ley, pero como
contrapartida, nos sugirió empezar a hacer nuestra propia producción, y así poder
lograr una ganancia para nosotros”. Así se sentaban las bases de lo que sería
la toma primero, y la autogestión después. Como un manotazo de ahogado que
terminó siendo, por varios años, tal vez lo mejor que les pudo haber pasado a ellos y a Zanon.
Pero si algo marcaría la charla con
José, sería su posición en cuanto a algo que levemente había deslizado el
Patón sobre el final, y que tenía que ver con la injusticia que tal vez trae muchas veces el
hecho de que “Seamos todos iguales”. Y
nos contó con un tono que denotaba indignación: “Cuando yo entré a la empresa,
la fábrica trabajaba 24hs. El hornero tenía que llegar 5 minutos antes, para que
el que estaba trabajando en el turno anterior, pueda retirarse a horario sin
necesidad de apagar las máquinas. Ahora eso ya no pasa. Y muchos compañeros
llegan tarde. El que se tiene que ir, si no llega su relevo, tiene que parar
las máquinas y cortar la producción. Los hornos pierden su estabilidad, y por
ende también su temperatura”.
Fotito antes de despedirnos de José ! |
Vamos a buscar a el Patón, pero no lo
podemos encontrar. Aparece nuevamente, pero está ocupado. Creería que estaba
comiendo. Da igual. Nos deja en manos de Emiliano, y se va.
UNA CUMBIA, UN MATE, Y UNA MANO
SIEMPRE PARA AYUDAR
Emiliano es de esas personas que
antes de hacer cualquier cosa, ponen a calentar el agua para el mate. Ya el almuerzo
estaba salteadísimo, y unos mates eran más que bienvenidos. Es joven, muy
joven, y hay algo que no cierra. Pero pronto lo deja en claro: “Yo entré en el 2005,
por el derecho que tenían los obreros de darle prioridad a sus hijos a la hora
de incorporar personal”. El contraste se hace saber cómo absoluto. Hubo una
época gloriosa de la cooperativa, donde se trabajaba tan bien, que hasta se
tomaba personal.
Estamos en el laboratorio de
esmaltes. Emiliano parece Einstein, y el laboratorio de esmaltes parece un
laboratorio de física. Miles de frasquitos con diferentes componentes, nos hacen
de fondo. El nos explica que es lo que hace con todo eso: “Mezclas”. No se
entiende muy bien, ni siquiera luego de que lo explicase varias veces, tal vez
jugando un poquito al misterio y tratando de dejarnos con el beneficio de la
duda, pero básicamente dejó en claro que los productos que se hacen allí, son
de una calidad y cualidad única, la mejor del país y a la altura de cualquier
otra fábrica del mundo que produzca algo similar.
Junto a Emiliano y el otro José, con quién tendríamos la próxima charla. |
“Acá lo bueno que nos dejó el viejo
Zanon, fueron las fórmulas”. Eran 15 “Cráneos”, según el define, los que laburaban allí, “Y hoy estoy yo solo”. Duele, pero no tanto como con José.
Emiliano se muestra duro, joven, arrogante y firme. Tiene 39 años, estudia psicología
social y además trabaja el cuero de manera particular. Entró en el 2005, con lo
cual no hereda el peso de haber sido parte de la recuperación. “¿Por qué no te
vas?”, es la pregunta inevitable, sabiendo lo que gana, que es joven y que
tiene mucha capacidad. “Yo no tengo hijos, pero hay compañeros que tienen 3 o 4
pibes. Yo no me voy a ir y dejarlos en banda”. Y agrega: “Acá hay compañeros que
se fueron calientes con la gestión obrera, el sindicato, o lo que sea, y
rompieron todas las hojas con las fórmulas químicas. Yo jamás haría eso”, nos
cuenta indignado.
Se suelta tanto cuando empieza a
hablar, que me cuesta seguirlo y tomar notas. “Algunos se la dan de zurdos, y
yo soy más zurdo que ellos. Soy zurdo todas las mañanas cuando me levanto a las
4:15 para venir acá, porque si yo no saco placas y esmalto, no comemos”. Y como
queriendo bajar de tono, abre un cajón, saca una gomera y unas pelotitas de no
se qué material, y pregunta: “¿Me creen que puedo pegarle al container ese
desde acá?". Intenté preguntarle algo de lo que ya sabía la respuesta, pero no
hice a tiempo, Emiliano ya le había dado con la pelotita al container.
Y quedaba un rato para la parte rockera de la tarde. León Gieco, Arbolito, Attaque 77, Rata Blanca, La renga, Raly Barrionuevo, Ska-P, Víctor Heredia, etc. "Manu Chao fue a pérdida", nos cuenta Emiliano, intentando tal vez algo muy difícil, que alguno de todos estos músicos solidarios que fueron a dar una mano a Zanon, pudiera destacarse por sobre el resto. Rockero de alma, me volvía loco pensar que los obreros de Zanon habían estado tan cerca, y hasta mano a mano, de semejantes bandas, de semejantes músicos. Pero Emiliano lo minimizaba, como con miedo a que se mezclaran las cosas, e intentaba dejar en claro que ellos no estaban allí para mirar recitales, sino para luchar. Emiliano nos dice que se tiene que ir. El “Tour” parece haber terminado. Laura, que se había acercado a nosotros otra vez para compartir parte de la charla, ya se había puesto la campera. Pero había lugar para algo más.
La gomera que descansa en un cajón, tal vez preparada para una próxima lucha. |
Y quedaba un rato para la parte rockera de la tarde. León Gieco, Arbolito, Attaque 77, Rata Blanca, La renga, Raly Barrionuevo, Ska-P, Víctor Heredia, etc. "Manu Chao fue a pérdida", nos cuenta Emiliano, intentando tal vez algo muy difícil, que alguno de todos estos músicos solidarios que fueron a dar una mano a Zanon, pudiera destacarse por sobre el resto. Rockero de alma, me volvía loco pensar que los obreros de Zanon habían estado tan cerca, y hasta mano a mano, de semejantes bandas, de semejantes músicos. Pero Emiliano lo minimizaba, como con miedo a que se mezclaran las cosas, e intentaba dejar en claro que ellos no estaban allí para mirar recitales, sino para luchar. Emiliano nos dice que se tiene que ir. El “Tour” parece haber terminado. Laura, que se había acercado a nosotros otra vez para compartir parte de la charla, ya se había puesto la campera. Pero había lugar para algo más.
Algunas de las entradas de los shows que se hicieron en Zanon. |
LUCHA OBRERA, MOVILIZACIÓN
En la entrada nos encontramos con
José, un colega de Emiliano en el área de los esmaltes. Y como si nada de todo
esto hubiera estado sumido a la improvisación, el iba a aportar el eslabón que
estaba faltando, que era el de explicar cómo se dio la lucha en aquellos días
tan duros.
“La cosa empezó con suspensiones y
con el ofrecimiento de retiros voluntarios, en los que no se cumplía con lo que
se pactaba”. Así fue como la primer gran jugada de los obreros fue hacer un
paro en las actividades de la empresa por 9 días, que terminó con la
reincorporación de aquellos que habían quedado desafectados. “Nosotros sabíamos de la existencia
de una lista negra para reducir personal, en la que aparecíamos varios de
nosotros”.
Periferia de la fábrica, vista desde donde hablábamos con José. |
La lucha fue ideológica pero también
física. Hubo un envío de telegramas masivo, que fue rechazado por cartas
documentos. Los obreros sabían que se venia lo peor, y cuando Luigi Zanon
desapareció junto a los principales directivos, los obreros tomaron la fábrica
siendo conscientes de que no la iban a tener tan fácil. “Nosotros estábamos
arriba de los techos esperando que entraran los gendarmes. Estábamos dispuesto
a todo: Estos eran nuestros puestos de trabajo”.
José luce tranquilo, orgulloso, pero
no desbordado de emociones. Nos cuenta sobre la lucha que tuvieron que llevar a
cabo en aquellos tiempos, sufriendo violencia e injusticia, y esto último es lo
que siento por dentro. ¿Cómo después de tanta lucha se puede estar en esta situación
otra vez? Pero estoy seguro de que José no se pregunta eso tanto como yo. La
lucha es todos los días. Y como dijo Emiliano, ser zurdo es levantarse todos
los días a trabajar. O a luchar. Dos palabras que al menos acá, parecen ser lo mismo.
LOS BASTONES ACECHAN, TAMBIÉN VOY YO
El patón y su hermano, quién está al
frente de la cooperativa, tenían que retirarse y se habían ofrecido a
acercarnos hasta la ciudad. Me quedaría charlando con José mucho más tiempo, pero esta
vez si es la hora de retirarse. Me falta la foto con la camiseta de Atlanta.
Sin ella no me puedo ir. Saludamos a Laura, José, Emiliano, la gente de
seguridad y a los que aún estaban por allí. Nos subimos a un Chevrolet Corsa que
no puede disimular los años en el lomo. En otro país, el que estuviera al
frente de una empresa así, seguro estaría manejando un Tesla. Pero los que
estarían arriba de él, seguramente no serían como los obreros de Zanon.
Llegamos hasta el punto donde el Patón
y su hermano nos iban a tirar. Agradecemos mucho, y le aviso al Patón de que
voy a escribir sobre Zanon para mi blog. Le pido un teléfono para
poder contactarme con él y enviarle un ensayo antes de publicarlo, por
las dudas de que haya algo que tal vez preferirían que no aparezca. El Patón
empieza a cantarme los números de su teléfono, pero enseguida pisa el freno, se
interrumpe a sí mismo, y me dice: “Poné lo que quieras, no tenemos nada que ocultar”.
GRACIAS DE TODO CORAZÓN A GABY Y LAILA, POR HABER SIDO NUESTROS ANFITRIONES EN NEUQUÉN. A MATI, QUE SIN CONOCERNOS, FUÉ QUIEN GESTIONÓ EL ENCUENTRO. A LAURA, QUE FUÉ LA PERSONA QUE NOS ABRIÓ LAS PUERTAS DE LA FÁBRICA. A EL PATÓN, SU HERMANO, JOSÉ, EL OTRO JOSÉ, EMILIANO Y AL RESTO DE LOS TRABAJADORES QUE NOS CONTARON SU HISTORIA Y NOS MOSTRARON SU MUNDO DESDE ADENTRO. Y "SI PASÁS POR NEUQUÉN, NO TE OLVIDES DE IRLOS A CONOCER"
Y POR SOBRE TODO, DEDICADO A MI HERMANO EZE. SI NO FUERA POR EL, NI ZANON NI ESTE VIAJE AL SUR HUBIERAN SIDO CIERTOS. Y NO CUALQUIERA TOMA COMO PROPIO UN SUEÑO AJENO.
GRACIAS DE TODO CORAZÓN A GABY Y LAILA, POR HABER SIDO NUESTROS ANFITRIONES EN NEUQUÉN. A MATI, QUE SIN CONOCERNOS, FUÉ QUIEN GESTIONÓ EL ENCUENTRO. A LAURA, QUE FUÉ LA PERSONA QUE NOS ABRIÓ LAS PUERTAS DE LA FÁBRICA. A EL PATÓN, SU HERMANO, JOSÉ, EL OTRO JOSÉ, EMILIANO Y AL RESTO DE LOS TRABAJADORES QUE NOS CONTARON SU HISTORIA Y NOS MOSTRARON SU MUNDO DESDE ADENTRO. Y "SI PASÁS POR NEUQUÉN, NO TE OLVIDES DE IRLOS A CONOCER"
Y POR SOBRE TODO, DEDICADO A MI HERMANO EZE. SI NO FUERA POR EL, NI ZANON NI ESTE VIAJE AL SUR HUBIERAN SIDO CIERTOS. Y NO CUALQUIERA TOMA COMO PROPIO UN SUEÑO AJENO.
No hay patrón en Zanon,
y la cosa parece que marcha bien.
Si pasás por Neuquén,
Si pasás por Neuquén,
no te olvides de irlos a conocer.
Los muchachos te van a mostrar,
cómo se hace un país de verdad,
y como se derrumba,
la mierda en su tumba,
y se ve, un cielo mucho más claro.
Caminar por ahí es sentir el olor de la libertad,
una cumbia, un mate,
y una mano siempre para ayudar.
Y te puedo decir que se ve,
como crecen así desde el pie,
con la gente que lucha, que aguanta y que es mucha
y que van...
Marcándonos el camino.
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